CINCO ESTRELLAS DEL DESIERTO
A
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quella
era una noche cálida y transparente y el cielo del desierto más grande del
mundo de repente quedó iluminado por cinco estrellas fugaces. En las aguas de
aquel frondoso oasis se reflejaba la luz bastante rojiza que emitían aquellos
luceros. Pocos segundos después un nuevo
reflejo aún más intenso pero esta vez de color azul iluminó totalmente con su
claridad las impresionantes dunas del Sahara. Solo
pasaban algunos minutos de la media noche cuando en la ciudad histórica de
Nefta comenzaba la existencia de una
nueva vida..
Cuando
las primeras luces del alba comenzaron a iluminar las paredes de aquel humilde
palacio que tuvo la fortuna de
alojar y presenciar el nacimiento de la
princesa Salima Khalida, comenzaron a oírse ruidos propios de gentes que se
agrupaban en el exterior de éste. Una muchedumbre deambulaba por las blancas y saladas arenas del desierto de Jerid. Venían de toda la comarca para conocer a su princesa bereber.
En aquella época circulaba por todo el país de
Ifriqiya una leyenda que predecía el nacimiento de una princesa de origen
bereber con virtudes adicionadas por la
mismísima princesa Dido fundadora de la ciudad de Cartago, y éste nacimiento
sería anunciado por cinco estrellas guardianes que la protegerían eternamente.
La princesa Salima creció feliz en aquel
pequeño paraíso junto al oasis de Nefta pero ella sabía que su destino no
estaba allí.
Durante años su padre Zawi Ben Zirí había
estado luchando junto al califa cordobés Sulayman y ahora tras vencer en muchas batallas
en Al-Ándalus había conseguido fundar su propio reino. El reino andalusí de Granada.
Pasado algún tiempo su padre el Emir mandó
llamar a Salima para que viniera a vivir en su nuevo palacio, y para ello envió
como escolta a cinco de sus mejores guerreros haciéndoles jurar que prestarían
protección a la princesa hasta con su propia vida.
El viaje hacia Granada duró varios meses y
durante este tiempo el Emir vio peligrar su reino por causa de un nuevo y
poderoso califa. Entonces decidió usar la política y entregar en matrimonio a su
hija Salima al califa cordobés en vez de iniciar de nuevo otra guerra.
Salima ya se había enamorado de un joven
militar del ejército de su padre al que por sus méritos en batalla el Califa
Sulayman había nombrado valí de Baena. .
Salima fue feliz durante el viaje a Granada,
ya que iba a encontrarse con su padre y a la vez seguro con su amado, pues sabía
que Baena quedaba cerca del reino.
Pero la bella princesa zirií pronto se llenó
de pena. Cuando llegó a Granada su padre la mandó casar con quien no amaba.
La princesa lloraba y lloraba.
Llegó la hora de partir. Hacia Córdoba la
mandan.
Los mismos cinco guerreros la escoltan,cinco estrellas
del desierto la protegen.
Pero la
princesa vuelve a sonreír.
Va a
pasar por Baena, y allí gobierna el valí que enamoró su alma. Durante su
estancia en esta villa cordobesa la princesa siguió feliz pero la tardanza en
llegar a su destino hizo enfurecer al Califa y tras comprobar que seguía allí,
envió un ejército contra la villa. Las tropas del califa arremetieron una y
otra vez hasta doblegar la alcazaba. El valí consiguió huir pero los cinco
valientes guerreros de la escolta fueron decapitados por las espadas cordobesas
y sus cabezas clavadas en la empalizada de las torres de la alcazaba.
La princesa volvió a llorar camino de otra
fortaleza.
En verano sucedió y como espejismos del Jerid
aparecieron tras ellos, de pronto cinco mil guerreros para rescatar a la princesa. El ejército cordobés asustado y despavorido
huyó por aquella campiña amarillenta, pero al llegar las tropas vencedoras,
vieron que no eran cinco mil, solo eran cinco moros sin cabeza.
La
princesa regresó a Banyana con su amado en la alcazaba. Desde entonces y hasta
hoy cinco cabezas de moros vigilan esta villa cordobesa, para proteger
eternamente a su bella y virtuosa princesa.
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